Nunca, nunca

En mis veintitantos años no he concurrido nunca a una fiesta de casamiento. No he visto jamás las gracias orgiásticas del juego de la liga, el arrojo desenfrenado de las solteronas hacia el ramo prometedor, las vergonzosas borracheras de los tíos con la corbata haciendo de vincha, el trencito cansino de las cuatro de la mañana, el paso desventurado de los cincuentones con la música electrónica y el de los veinteañeros con el Club de Clan. Nada.

Lo lamentable es que, humildemente, estoy convencido de que los casamientos que se realizan en mi ausencia (hasta el momento, todos) se están perdiendo un gran invitado. Esos que están en la cresta de la ola y que, cuando la ven tambalear, se cargan la fiesta al hombro al grito de “¡que no decaiga!”. Los que sacan a bailar a las tías de más de 90 kilos. Los que en el carnaval carioca obligan a los retraídos a ponerse la máscara de peladonarigónconbigotes y acusan de amargos a los gritos y con ademanes a los que se quedan sentados. Los que en el vals bailan al ritmo del dos por tres sin mariconear ni alegar la falta de destreza en el género (¿cómo no van a saber bailar una danza que consiste en aproximar el pie izquierdo al derecho para luego alejar este último en dirección contraria y que sea el izquierdo el que esta vez se aproxime… y así sucesiva y regularmente?). Ese tipo de invitado soy (sería) yo. Pero no he podido desarrollar todo ese parrandero potencial.

El año pasado una tarjeta blanca y radiante cayó en mis manos:

“Mariano y Andrea participan a usted su enlace y le invitan a presenciar la ceremonia religiosa que se efectuará en la estancia Los Cipreses el día 2 de marzo de 2008.
Los novios saludarán en el atrio”


Mi karma tenía fecha y lugar de vencimiento. Guardé la invitación celosamente y me dispuse a esperar.
Entre la noticia y la esperada fiesta vi a la pareja en cuestión en tres oportunidades. Las tres veces me quedé preocupado. Hablaban de los preparativos, pero había entre los dos una barra de hielo, una plancha de acero. Detallaban la reserva del salón, el contrato de unos músicos cubanos y la suelta de mariposas blancas como quien prepara los trámites para sacar la cédula de identidad en la policía. La falta de entusiasmo que demostraban me hacía pensar si toda la libido prematrimonial no estaría siendo encauzada fuera del tarro.
Mis sospechas se confirmaron tres meses antes de la boda: las inquietudes sexuales de ella y la resistencia de él a casarse disfrazado de alce resultaron en la cancelación del sacramento.

Lo más curioso es la reacción de mis interlocutores ante la confesión de mi inexperiencia absoluta en casorios. Veamos tres casos:

CASO 1
YO-
Nunca fui a un casamiento
INTERLOCUTOR -
¿Pero nunca, nunca?
¿Qué quiere decir nunca, nunca? Acaso nunca, nunca es más nunca que nunca. ¿Hay más nunca que nunca? Cualquier otro adverbio de tiempo lo invalida. Desde el a veces al siempre. Quiero decir, si yo hubiese ido al menos una vez a un casamiento la validez de mi enunciado quedaría anulada y debería ser reemplazada por Sólo fui a un casamiento. Si fui a más de un casamiento la reemplazaría por Sólo tuve algunos casamientos. Entonces, ¿qué es nunca nunca? ¿Qué respuestas supone? ¿Qué tengo que decir ante esa pregunta?
- Nooo, bancá, para la moto, bajate del caballo, aguantá los trapos. “Nunca nunca” (es decir, doble nunca) nooo, sólo un “nunca” (nunca simple).
Entiéndanlo, nunca es absoluto, cero, nada, jamás. Cualquier intento de redoblar el nunca es ilógico. No pregunten absurdos, estamos hablando de un tema serio.

CASO 2
YO-
Nunca fui a un casamiento.
INTERLOCUTOR - Naaaa (nótese la irritable fonética),
no puede ser. Habrás ido de chiquito y no te acordás.
Ante semejante aseveración prefiero guardar silencio porque lo justo sería surtir a mi escucha. ¿Alguien puede pensar que voy a realizar semejante confesión sin haberla corroborado con mis progenitores? Me ofende, me insulta. Les reproduzco este diálogo a modo de ejemplo:
YO-
Pero a alguno tuve que haber ido, ma. ¿El de la tía Estela con Rodolfo?
MADRE - Cuando la tía Estela se casó estábamos peleadas porque el ladrón de Rodolfo le cagó guita a papá para poner un video club en William Morris. No íbamos a ir a una fiesta pagada con una estafa.
YO- ¿
Y el de Humberto, el primo de papá?
MADRE-
¡Está juntado! Dos meses antes de casarse la embarazó a Emilce y se patinó la guita de la boda al punto y banca.

CASO 3
YO-
Nunca fui a un casamiento.
INTERLOCUTOR -
Pero, ¿vos tenés amigos?
¡Sí, pedazo de infeliz!
El problema no es la falta de amistades, sino sus condiciones económicas, culturales y políticas.
Por un lado están los lúmpenes sin un morlaco ni yerba de ayer secándose al sol. Se trata de caballeros bien dispuestos pero imposibilitados de casorio por dificultades monetarias.
Por otro, los solteros de militancia garufa. Como es popularmente sabido, los ranas del barrio la Mondiola (¡pucha que sos divertido!) no son aficionados a las nupcias.
Y por último, los marxistas leninistas trotskistas para quienes el matrimonio es la célula económica primaria de edificio capitalista.

Dime con quién andas y te diré a cuántos casamientos fuiste.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Venga, tío! Que leyéndote le vienen a una ganas de casarse sólo pa' invitarte y que tengas tu primera boda.
Qué tal debutar en Barcelona el mes que viene? Te apetece?

Anónimo dijo...

Y fue al casamiento. Era el primero al que lo invitaban en su vida.
Disfrutó la buena comida, la música y todas las tradiciones típicas de las bodas. Promediando la madrugada todas las solteras masacraron sus peinados tratando de atrapar el ramo. Su novia lo consiguió. Después, se le acercó y le dijo: "El año que viene te toca a vos".
Él, callado, pensaba: "sólo faltan dos meses".

Y la carroza se convirtió en calabaza...

Anónimo dijo...

Sos feliz?

rivito dijo...

Vamos por partes:
Esta relato lo escuché una y mil veces de boca del ¿¿¿¿malevo???? y como también presencié la estupefacción de sus interlocutores me he unido a su causa tácitamente. En efecto, somos varias las que, como no nos casaremos (al menos en esta vida), estamos en campaña para que profundices lazos con quienes sí son beneficiarios del perfil que andás buscando.
De todos modos, si bien es cierto que sos un condimento casi imprescindible en toda fiesta, no quiero dejar de advertir a los futuros participes de fiestas con Ventarrón que el paso de baile que podríamos llamar (y a posteriori registrar como propiedad intelectual) “pingüino” requiere de mucha paciencia para el partener del malevo, pues aquel debe sostener la mano en alto largo tiempo en espera a que el señor de una vueltita marcando diferentes pasos de baile. La contracara de esta pieza de baile es que el malevo nos dará libertad para hacer lo mismo, sin embargo yo sé que todas son artimañas para que él se luzca ante la platea femenina.
Nina

Anónimo dijo...

¿Quién te iguala por tu rango
en las canyengues quebradas del tango,en la conquista de los corazones,si se da la ocasión?

Más que cayengues del tango, quién te iguala en el pasete con quiebre de cintura, digno de levantar los ánimos de las muchachas de cualquier casorio.
y lo de la corbata de vincha...seguro no defraudás...
Saludetes !

Soledad Jácome dijo...

Intencionalmente o no, sé que el arte y la sensualidad de la danza maleva ha dejado a más de una soñando con intensos vendavales que les sacudan la falda.
En sus arrabales es el rey de las milongas y, en cada festejo, la pista de baile espera ansiosa su llegada. En mi opinión, a esta altura de su trayectoria, no sólo debería tener la oportunidad de ser invitado a una boda, sino que aquellos novios que quieran asegurar el éxito de su fiesta deberían contratarlo.

Anónimo dijo...

Superior Malevo!
Para qué quiere ir a una boda si puede escribir un relato tan exquisito de su virginidad casamentera.

La fan de los oestebloggers.

Anónimo dijo...

Al respecto de lo que se viene comentando sobre la fama de Ventarrón tengo una indiscreción que podría entristecer a sus fans. Parece que desde hace un par de años, tras una fiesta clandestina en los suburbios del oeste (en la que se bebió alcohol en exceso y tampoco escasearon los estupefacientes), se lo suele ver muy bien acompañado. Se dice que esa noche cautivó con sus sensuales pasos de baile a una de las damas más codiciadas de la zona y, de ahí en más, se lo puede ver del brazo con esa mujer alta, de ojos verdes y cabello sedoso, que acostumbra vestir en toda estación tacones de charol y medias de red. Pero no se desanimen pebetas del mundo…quizás sólo es otra de sus múltiples conquistas.

Soledad Jácome dijo...

Ventarrón:
Permítame hacerle esta observación pero la verdad es que, si fuera usted, no desestimaría tanto los distintos ejemplares mencionados en el Caso 3. Se dice que no hay ideologías tan fuertes, ni principios tan arraigados, ni trasnochadas tan eternas, que no se derritan ante los encantos de ciertas mujeres y que no sucumban ante los embrujos del amor. Así que quién le dice, quizás muy pronto no sólo sea invitado a una boda, si no que el novio hasta podría pertenecer a aquellos diagnosticados como “marxistas leninistas trotskistas”, desestimados por usted como posibles maridos…

Trefo dijo...

No quisiera que derivemos la problemática de mi inexperiencia en casorios en disertaciones sobre mi suerte con las féminas. Eso es arena de otro costal. Recuerden que mi objetivo es asistir a una boda de terceros.
Carolina parece postularse como jefa de prensa con el slogan “aquellos novios que quieran asegurar el éxito de su fiesta deberían contratarlo”.
Nina ha hecho el valioso papel de RRPP presentándome solteras bien dispuestas al maridaje. Ahora deberíamos pasar a una segunda etapa: conseguirles pretendiente a quienes le falte y apurar mediante amenazas a los ya existentes.
Nelly, coincido plenamente: es hora de que el paso del rengo tenga lugar en las pistas nupciales.
Linis, ¡gracias por el halago! Si me invita a un casamiento le prometo un otro relato acerca de “mi primera vez”.

Anónimo dijo...

Yo tengo un amigo, al que le pasaba lo mismo que a vos, y sin embargo un día lo invitaron vía msn a un casamiento en la mismísima ciudad de México. Era su gran oportunidad!! Nunca había ido a un casamiento y a falta de tener uno en Buenos Aires, lo invitaron a uno en México!! Que suerte!! Solo que la suerte no duro mucho, ya que un mes mas tarde, la pareja la cual lo había invitado, se separo. Que lastima, espero poder invitarlo al mío sin que me lo queme.

ANACLETA dijo...

ventarron:

la verdad que se pasa con lo que escribe.es como si estviera hablando personalmente con usted.
relatos,que son familiares en mi.recuerdo...recuerdo charlas reflexivas entre compañeros de trabajo,entre mate y mate,y este era uno de los principales temas de conversacion.entre todas esas personas, habia dos...si dos personas lamentando no haber concurrido nunca a un casamiento y pidiendo a gritos sr invitados a uno aunque sea de gente extraña,simplemente para tener la experiencia.mientras el resto contaba sus experiencias casamenteras....sin tener en cuenta, lo que sentian por dentro estas personas. (que mal!!!)
una de esas personas era yo,y sigo hasta el dia de hoy, sin saber como sera .....
no te sientas mal ventarron ya va a llegar emmomento de presenciar un casorio!!!! ..... o no!!!!! jajaja