Noche calma sobre el río

El juego empezaba después de la cena, pasadas las diez de la noche, mientras mi vieja lavaba los platos o atendía a mis dos hermanos menores. Mi hermana mayor y yo nos acostábamos en el sofá del living, cada uno con la cabeza sobre el apoyabrazos de cada extremo. Mi viejo se acomodaba frente a nosotros, agarraba la criolla y arrancaba en Re mayor.

Noche calma sobre el río,
sueño trabajo y querer.
Ya va el pescador curtido
recogiendo el espinel.


La cadencia litoraleña nos entrecerraba los ojos pero nos manteníamos despiertos, atentos al ritual, pues si cedíamos al sueño nos perderíamos la mejor parte.

Allá en el rancho la madre
mece con tierna emoción
una cunita de sauce
entonando esta canción.

Cerrábamos los ojos y seguíamos atentos al devenir de la melodía. De fondo se escuchaba el ruido de los platos chocando con las ollas o el llanto de mi hermana menor. Mi hermano siempre se dormía apenas terminada la cena. Mi viejo dejaba los tonos mayores para prometer ahora en Mi menor.

Gurisito costero duérmase.
Gurisito costero duérmase.
Si se duerme mi amor
le daré chalanita de ceibo
collar de caracol.


La chalanita es una embarcación muy chiquita de fondo plano que usan los pescadores en aguas poco profundas. No creía que mi viejo fuera a cumplir semejante promesa ni había un río cerca de mi casa en Ramos Mejía, pero me gustaba imaginarme aguas adentro en mi chalana y a mi hermana bailando con el collar de caracoles en la orilla.
Máxima expectativa. Simulábamos habernos rendido ante el sueño y cada tanto nos mirábamos de reojo entre risas contenidas. Con las manos nos cubríamos la panza y nos retorcíamos esperando lo inminente.

El niño ya se ha dormido
la luna salió a mirar
hamacándose en las aguas
por entre el camalotal.

La risa juega y el canto
parece que viene y va.
En eco dulce se pierde
por el río Paraná.


Gurisito costero duérmase.
Gurisito costero duérmase.


Mi viejo se quedaba repitiendo estos últimos versos una y otra vez, cada vez en tono más bajo, hasta susurrarlos con la voz casi imperceptible. Gurisito costero, duérmase. Aún con los ojos cerrados, mi hermana y yo ya casi no podíamos contener la carcajada. La farsa de nuestro sueño era insostenible. Mi viejo dejaba de murmurar, tocaba algunos arpegios, inflaba los pulmones y soltaba un grito atronador…

¡Duérmanse carajo!

El susto nos arrancaba una explosión de risas, nos revolcábamos en el sofá y pedíamos, una vez más, un bis.

Duerma, duerma mi amor,
crecerá junto al río mi cielo.
Será buen pescador.


5 comentarios:

Ojaral dijo...

Qué lindo, che! Lindo el recuerdo y linda la canción. Me conmueven las historias de padres e hijos. Será que me conmueve mi viejo, cada día. Saludos!

rivito dijo...

en ramos no hay río pero, por lo menos en barrios vecinos, se nos inundaban las cuadras que haedo sur parecía venecia!

María Manega ::: dijo...

Siempre hay un río que murmura cerca de esos versos...

Este relato tiene la música del agua, el perfume del pasado, la emoción de las fotos viejas. Hermoso.

el masca dijo...

Qué lindo che. Me hizo acordar a mi viejo. Tocaba la guitarra y tenía esas salidas. Bello, bello relato, por muchas razones.

el masca dijo...

Con ayudita de Linares Cardozo, eso sí...