Chacarera doble

- El baño, Ezequiel - lo apuró el padre y le dio dos golpecitos a la puerta.

Ezequiel no contestó. Hacía un buen rato que había terminado de enjuagarse, así que cerró la ducha, se secó un poco y salió envuelto en un toallón.

- Media hora en el baño, nene - le recriminó la hermana.

Entró a la habitación, terminó de secarse y se puso un calzoncillo nuevo. Se miró al espejo. El sol de enero le había dejado un buen tostado en la piel, salvo en las piernas que seguían bien blancas hasta debajo de las rodillas. Se puso las bermudas de jean, unas medias que apenas le llegaban a cubrir el talón y unas zapatillas Reebook enormes. Buscó la camisa a cuadritos rojos y blancos, no la encontró y le pegó el grito a la madre.

- Ma, ¿la camisa a cuadritos?
- Está para planchar, Eze. Ponete otra.
- Dale, planchámela. Es un minuto.

Otra vez frente al espejo se vio las costillas marcadas en el torso. "No engordé ni un gramo", se quejó y se echó una buena cantidad perfume Kevin justo cuando pasó la hermana por la puerta.

- Ponete menos, nene. Apestás.
Ezequiel se dio vuelta y le apuntó con el perfume, como si la amenazara:
- ¿Y vos qué te metés?
Agarró el tarro de gel y con los dedos enchastrados se acomodó los rulos.
- ¿No sé para qué te peinás tanto si después te ponés esa gorrita ridícula?- le dijo la hermana.
- ¡¿Qué te metés?!- le repitió Ezequiel y cerró la puerta de un golpe.
- Nene, con ese carácter las minas no te van a dar bola, eh-.

Terminó de peinarse, se echó desodorante, agarró la gorrita Nike y salió de la habitación. Pasó por el comedor y se puso la camisa que la madre le había dejado colgada en una de las sillas. Todavía estaba tibia.
- ¿Me llevás, pa?


La peatonal de Capilla del Monte estaba repleta. Un escenario en cada esquina, las veredas llenas de mesas y sillas y una multitud de personas por la calle. Ezequiel encaró para la parrilla “Los Tres Gómez” y se encontró con los chicos de la peña.

- Dale boludo, pensábamos que ya no venías - le dijo Mauro.
- ¿Agustina llegó?- le preguntó Ezequiel.
- Está acá atrás con los viejos.

Agustina tenía un año más que Ezequiel, ya estaba en la secundaria, aunque le llevaba más de una cabeza de estatura. Tenía el pelo negro y suelto casi hasta la cintura, los ojos achinados, la nariz muy chiquita con algunas pecas y los labios gruesos. Llevaba puesto un vestido largo celeste clarito que le dejaba los hombros al descubierto y terminaba con un volado blanco a la altura de los tobillos. Los padres de Agustina eran los profesores de danza de la peña y ella ayudaba en las clases con los más chiquitos. Los sábados a la noche se juntaban todos comer y bailar en la parrilla “Los Tres Gómez”.

- Comete un chori, Eze, que en un rato vienen las entrañas - le dijo el padre de Agustina.

El escenario estaba armado sobre la vereda de enfrente para dejar la calle despejada a los bailarines. Pasadas las diez salió el cantante Walter Corbalán con su guitarra, su hermano en el bajo y un pelado petiso en percusión. Con la primera chacarera salieron a bailar los padres de Agustina y se armó una ronda de curiosos alrededor de la pista.

- Sacala en una doble, Eze. Así metés tres zapateos - le aconsejó Mauro.

Pasaron dos zambas y un gato que, según Ezequiel, Walter tocaba para que bailen los turistas.
- Los porteños bailan el gato y el escondido. Nada más- le dijo a Mauro.

- ¿Hay algún santiagueño esta noche?- preguntó Corbalán desde el escenario y unas diez personas levantaron la mano. – Dicen que los santiagueños inventaron la chacarera doble. ¡Y ha de ser que tenían ganas de seguir bailando!- remató y arrancó los primeros rasguidos de La Sapachera.

Ezequiel se puso la gorrita y buscó a Agustina con la vista. Estaba sentada jugando con tres nenas que revoleaban unas servilletas como si fueran pañuelos. Se acercó y estiró apenas el brazo. Agustina le sonrió y lo agarró de la mano, caminaron hasta la pista, se pararon enfrentados e hicieron palmas mientras esperaban la primera vuelta.

Churita mi buena moza balanceando la pollera, puso primera Corbalán. Agustina y Ezequiel avanzaron y retrocedieron dos veces, volvieron a adelantarse y pegaron un giro sobre sus pasos. Quedaron de frente otra vez, hicieron una pausa y dibujaron una vuelta entera que a Ezequiel le pareció gigantesca. Bailando es la más donosa morenita santiagueña. Agustina se agarró la pollera con ambas manos, una de cada punta, y la hizo flamear al ritmo de su zarandeo. Ezequiel levantó el mentón y con los brazos en alto zapateó fuerte contra el piso, como si quisiera hacer escuchar el repiquetear de sus zapatillas. ¡Arriba!, le gritó el padre de Agustina, pero Ezequiel no desvió la mirada de los ojos de su compañera durante los ocho compases y terminó con la punta del pie derecho clavada detrás del izquierdo.

Da gusto andar por los montes cuando la noche despierta, besando los algarrobos con su llovizna de estrellas, Corbalán cerraba la chacarera. Todas las parejas hicieron el último giro sobre la pista, se adelantaron y quedaron enfrentadas. Con el último acorde, Agustina apoyó ambos brazos sobre los hombros de Ezequiel y él se quedó inmóvil con el pecho inflado y el mentón levantado. Quedaron los dos congelados un instante hasta que ella sonrió y le sacó la gorrita. Él se río por primera vez en la noche.

- ¿Otra?- le preguntó Ezequiel.
- Dale.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

ahh, qué tierno

Anónimo dijo...

vos sos la personificación de ezequiel??
lindo relato

Trefo dijo...

Esta vez no! Estuve en Capilla este verano y me gustó ver a los pibes bailando folklore en las calles y encarando a las chicas en una chacarera.
Firmame el comentario, anónimo!

Anónimo dijo...

(me hago responsable de firmar)
karen!
saludos!!

moo dijo...

va para el proximo programa de NEC, sabelo, esta buenisimo. Sobre todo xq refleja una realidad nacional, ignorada desde las grandes urbes. Te felicito. Ah, te comento, yo soy el autor de cronicas ramenses, te acordas? te la devoraste, ja ja. Que grato que te haya gustado aquello. Saludos

Natalia Lico dijo...

que lindo...
trefo pasame tu mail a nataliacastex@ymail.com que quiero pedirte algo.
ah soy la bruja

Anónimo dijo...

muy lindo relato!

Sara dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sara dijo...

Que lindo es poder recordar este tipo de cosas y sobre todo compartirlas con la gente, es por eso que yo siempre trato de transmitir este tipo de cosas en la ropa que hago en mi negocio de venta de ropa por mayor