En cambio, la teletransportación es un poder tremendo. De buenas a primeras te arregla de raíz todo el problema de tránsito. Que Pueyrredón es mano para acá, que es mano para allá, que ponemos carriles exclusivos, que ensanchamos General Paz… basta. Teletransportación para todos (nota para el Gobierno de la ciudad). Te meten en una cabina, sacás uno setenta y cinco, te desintegrás en un punto (ponele, la estación de Retiro) y te reintegrás en el otro (ponele, Necochea). Así pensado, sin embargo, estamos más cerca de un servicio público que de un superpoder, pues la universalización de un poder es lo que le hace perder su condición de “súper”.
Pero además de estos poderes de superhéroe, existen también otro tipo de capacidades más mundanas pero fuera del alcance de la mayoría de los hombres. Me refiero, en este caso, al dibujo. Quien alguna vez viera algún garabato hecho por quien escribe sospecharía que el autor sufre de discapacidades motrices (o mentales). Por esta razón, acudimos al trazo milagroso de una mano amiga y le encargamos la realización del pequeño ventarrón ilustrado.
Rivito mojó sus pinceles en tinta china y acrílico, los esparció sobre el papel para acuarelas y nos regaló el tremendo retrato, versión criolla de Dorian Gray. Pavada de superpoder, ahora tenemos juventud eterna.