Este blog banca a Riquelme. Román es un tipo futbolero, habla de fútbol, mira fútbol y transpira fútbol mucho más que ese hijo único y malcriado que corre a doscientos kilómetros por hora y se la pasa jugando la play. Román banca mucho más que ese nene durante la definición por penales del último mundial se quedó en el banco de suplentes sólo y caprichoso con la mirada clavada en el piso mientras sus compañeros transpiraban sangre con cada parada del arquero Lehmann. Román se crió con nueve hermanos en una villa de Don Torcuato. Tiene la mirada esquiva, la cara pecosa y un porte no apto para publicidades de Stork Man. Y celebra los goles con una expresión cautelosa y discreta que exaspera a los chauvinistas que se comen los comerciales de Quilmes en cada mundial. Nada coreografías, de carnaval carioca ni de gestos ampulosos. Uno a cero, cara de naipe, grito pelado y a sacar del diome, punto.
Aclarada esta cuestión, la renuncia de Riquelme es un gran alivio para este escriba. Nuestro bielsístico gusto por el juego vertiginoso más que por la cautela especulativa y el toque para los costados no es compatible ni con el fútbol ni con los caprichos del enganche boquense. Así que ahora, sin esa piedra en el zapato, le armamos el equipo al Diegote con vistas al mundial próximo.
Carrizo al arco, por grandote, por seguro y por porte de apellido. Abajo, línea de tres: Demichellis, Samuel y Coloccini (cuya peluca es clave para la estética de un equipo con aspiraciones mundialistas, aunque seguimos sin tener un jugador con barba). Ya nos enseño Richard Lavolpe que la línea de cuatro murió cuando se retiró el último wing, así que metemos tres bien paraditos al fondo, doble cinco y dos carrileros con buena vuelta.
En el medio, el eje central: Mascherano- Gago. Javier se retrasa cuando hay que armar línea de cuatro y raspar; Fernando se adelanta con paso elegante para manejar los hilos que dejó sueltos Román.
A los costados del eje, los dos carrileros: Jonás Gutiérrez por izquierda, Maxi Rodríguez o Angelleri por derecha. Mucha ida y vuelta, que se note la zanja a los costados de la cancha cuando termina el partido.
Arriba, dos medio puntas/delanteros por los costados, Messi por derecha/ Tévez por izquierda, y un nueve definido: el pipita Higuaín o (batacazo) el jardinero Cruz. No importa que sea malo, se tiene que meter entre los centrales y arrastrar marcas para que Lionel y Carlitos pasen como tiro.
La ausencia del Khun le trae a Diego problemas familiares, pero en mi selección no viaja ni a cebar mate. Si Gianina se pone pesada, lo llevamos al banco y lo metemos quince minutos en un partido que ya esté quince a cero.
Nos vemos en Sudáfrica.